Dr. Pablo Peña, Becado Programa de Formación en la Especialidad de Neurocirugía en el INCA:
“El profesional del Instituto es altamente preparado”
Con 32 años, el Dr. Pablo Peña se formó en el pregrado de Medicina en la Universidad Católica del Norte, en Coquimbo. Posteriormente, durante cuatro años se desempeñó como Médico General de Zona en Salamanca y Andacollo, también en la IV Región, ingresando a la Beca en la Especialidad de Neurocirugía en el INCA en abril de 2019, que actualmente cursa y donde destaca la exigencia y alto nivel de la formación.
¿Cómo decides postular a la formación en neurocirugía en el INCA?
Quería especializarme en neurocirugía, siempre lo tuve presente. Durante el pregrado tuve un acercamiento con la especialidad, desde quinto año, vía turnos y ayudantía en el ramo de Neurociencias. Tenía claridad de que posteriormente quería ingresar al Programa de Neurocirugía, y había varias puertas abiertas para hacerlo. Tengo un amigo en el INCA, con el que conversábamos respecto a lo que ofrecía la institución en relación a otros centros formadores; y el Instituto es un centro de alta complejidad, lo que se traspasa a lo académico y asistencial, es decir, es altamente complejo y desafiante desde lo quirúrgico a lo docente, lo que determinó mi decisión. Hoy me siento muy conforme con la formación del INCA, donde existe un alto volumen de pacientes y una alta carga asistencial, lo que implica una alta carga docente también.
En general, tenemos varias actividades académicas y propias de la institución, que nos permiten formarnos con un elevado nivel de conocimiento; se debe estudiar y repasar bastante, y estar siempre actualizado.
Ahora, existe esta orientación o sesgo que tiene la formación del INCA y si bien lo que después -al egreso- se realiza como neurocirujanos no siempre tiene relación con cirugías de alta complejidad que se desarrollan en el Instituto, ya que no se da en la realidad que uno salga a hacer las resecciones tumorales que se realizan acá, sino que comienza con cirugías de menos complejidad, desde el punto de vista docente eso está incorporado. Es decir, el equipo sabe que no nos estamos formando para cirugía altamente compleja, sino que para actividades que serán más frecuentes en nuestro desempeño. Y eso también se refleja en los exámenes: en los períodos de evaluación docente se tratan temas que son bien transversales a todas las formaciones neuroquirúrgicas del país y quizás del mundo, se ven los tópicos que nos competen y que son los más importantes para nuestra formación. Finalmente, esta es muy satisfactoria, sumando como valor que aquí se ven y hacen cosas que en otros lugares probablemente no se podrían ver o realizar.
Ejerces, además, como Jefe de Becados, ¿cómo ha sido la experiencia?
Es un reto de gestión mayor, más allá de lo docente. Tiene que ver con otros temas propios de la asistencialidad, la gestión clínica. En lo personal implica sumar experiencia en el manejo de otras situaciones que se ven en la práctica diaria: hay que saber lidiar con la gestión de los pacientes y del personal, que en este caso son otros médicos, lo que no es simple, pero me siento muy gratificado con la experiencia.
“La alta preparación, volumen y presión del INCA nos permite salir muy bien formados para enfrentarnos a la vida laboral cotidiana en otros centros de nuestro país”
¿De qué forma percibes que es visto el INCA como centro de formación?
Creo que existe la percepción de que el INCA es un centro altamente complejo y demandante. Tenemos algunos sesgos propios de la institución. Hay que tener presente que como tal el Instituto es un centro especializado en neurocirugía y, por lo tanto, se realizan actividades que van más allá de lo propiamente asistencial, hay actividades de docencia, de gestión ministerial y nacional, lo que también se ve reflejado en la formación. Entonces esta alta complejidad con un volumen elevado de pacientes y el hecho de que nosotros estemos netamente abocados a la neurocirugía implican un sesgo, porque nuestra relación con otras especialidades en la formación, es básicamente con neurología y el área de las neurociencias. En este sentido, siempre se utiliza el cliché de que se aprende por osmosis y, de alguna manera, es verdad: es tanta la presión, el conocimiento y la información que escuchas todo el día y tanto lo imbuido que estás, que de alguna manera algo aprendes de eso.
El estamento neuroquirúrgico nacional siempre destaca el alto nivel y complejidad que se desarrolla en el INCA en neurocirugía y quien quiera incorporarse al equipo debe tener en cuenta eso, es decir, estar preparado para una alta carga asistencial y no solo eso, como son patologías complejas, existe también una alta presión académica, hay que estar bien “a caballo” del conocimiento neuroquirúrgico. Al fin y al cabo, nos debemos al beneficio de los pacientes, y eso requiere una alta preparación.
Aquí también se desarrollan distintos comités y hay diferentes reuniones clínicas que implican una actualización permanente de los conocimientos neuroquirúrgicos. Tenemos, por ejemplo, un comité oncológico, donde se transmiten opiniones fundadas de distintos facultativos expertos en diferentes temas, lo que permite acercarse a un conocimiento actualizado e informarse en discusiones continuas respecto de ciertas patologías.
¿Cómo definirías, entonces, lo que los profesionales se llevan de la formación en el INCA?
El profesional del Instituto es un profesional altamente preparado, con el sesgo de que las patologías aquí son complejas -y quizás en el resto del país no se desarrollan de igual manera, ya que tenemos a disposición insumos y camas que en otros lados puede que no estén-, pero esa alta preparación, volumen y presión nos permite salir muy bien formados para enfrentarnos a la vida laboral cotidiana en otros centros de nuestro país.
¿Qué otras oportunidades destacas de pasar por la “escuela” del Instituto?
El Instituto nos permite también llevar a cabo actividades académicas aparejadas: se hace mucha investigación, quizás no toda se publica o socializa, pero sí hay mucha; se han generado distintos polos de desarrollo, como el Laboratorio 3D, que tiene espacio para seguir creciendo; existe una unidad docente y existe un equipo endovascular, que no se ve en otros lugares del país al nivel de lo que se desarrolla acá.
Asimismo, cuenta con otras especialidades adicionales relevantes al momento del desempeño de la actividad, como son Neurología, Otorrinolaringología, Oftalmología, Psiquiatría, Neurofisiología, Radiología y Radiología Intervencional, que son rotaciones por las cuales los residentes también deben pasar, todas de muy alto estándar, y que permiten ampliar aún más el conocimiento que se nos entrega todos los días desde el punto de vista de la neurocirugía.
¿Al finalizar la especialidad planea volver a regiones?
Sin duda, es un deseo personal. Lo único que llevaría a quedarme en Santiago es poder desarrollarme dentro del INCA. Me gusta mucho la urgencia y voy a estar disponible para hacer urgencia en el centro que requiera un neurocirujano en regiones.