Dr. Sergio Valenzuela, Neurocirujano Pediátrico:
“Con el tiempo Los cambios han sido enormes y se ha transformado por completo la Neurocirugía”
Con una carrera que abarca casi cuatro décadas en el INCA, el Dr. Sergio Valenzuela es reconocido como un destacado Neurocirujano Pediátrico. Su trayectoria incluye distintos roles de liderazgo, desde Jefe de Residentes y Director Médico, hasta Director, años en que ha dejado un legado significativo en la Neurocirugía Pediátrica y en la historia del INCA, que hoy recuerda y comparte.
El Dr. Sergio Valenzuela, reconocido Neurocirujano Pediátrico, tiene una extensa trayectoria en el INCA que abarca casi cuatro décadas. Con formación en Medicina en la Universidad de Concepción, llegó al Instituto en 1983 después de ejercer seis años como General de Zona en la ciudad de Laja, en la Región del Bío Bío.
Durante su primer paso por el INCA, completó una beca de tres años en Neurocirugía, donde asumió el rol de Jefe de Residentes. Finalizada la beca, se desempeñó, “ad honorem”, en la Posta Central, para sumar experiencia. Y un año después lo llamaron para ejercer en el Instituto, en Urgencia y Neurocirugía Pediátrica, donde llegó a sumar 17 años de experiencia.
Posteriormente, asumió responsabilidades en la administración del INCA, incluyendo una destacada labor como Director Médico durante seis años bajo la Dirección del Dr. Jaime Lavados. Más tarde, ocupó el cargo de Director Subrogante por tres años y luego Director formal del Instituto por concurso de alta dirección pública durante un año, para finalmente renunciar con el objetivo de volver a liderar el Servicio de Neurocirugía Pediátrica y mantenerse cercano a la práctica quirúrgica.
Tras completar 37 años de servicio, el Dr. Sergio Valenzuela decidió jubilarse en 2018, dejando un legado significativo en la Neurocirugía Pediátrica del hospital.
¿Qué momentos claves destacaría en la historia del INCA?
Hubo cosas buenas y malas. Una de las experiencias negativas que recuerdo ocurrió hace unos 15 años, cuando se generó un paro en el Instituto debido a desacuerdos entre algunos médicos y el director de la época, especialmente un subdirector y el director que entraron en pugna. Esto resultó en una toma por parte del personal y una huelga general que duró varios días, lo que significó un “bajón” importante para el hospital.
Sin embargo, posteriormente, la unidad de los demás médicos permitió superar esta situación. Después de eso, el INCA comenzó a florecer nuevamente, adquiriendo nueva tecnología y desarrollando la unidad de Neurorradiología, que ahora es mundialmente conocida.
Se mejoraron los tratamientos intensivos, se consiguió financiamientos para adquirir equipamiento, se compraron microscopios y equipos en áreas como soporte, anatomía patológica y kinesioterapia, y se logró un crecimiento institucional progresivo. Este progreso llevó al INCA a convertirse en uno de los mejores en términos de infraestructura neuroquirúrgica en Santiago, incluyendo las clínicas privadas. Hoy en día, la tecnología en el Instituto lo mantiene en un nivel muy alto, lo que representa un gran cambio desde los días en que llegué, cuando la neurocirugía era muy anticuada y artesanal.
¿Recuerda algunos hechos que ejemplifiquen ese avance?
Antes se realizaban cirugías utilizando sierras manuales, como la sierra de Gigli, para abrir el cráneo de los pacientes. Hoy en día, todo se realiza con motores eléctricos.
En el área de tratamiento intensivo pediátrico, antes no existía una unidad especializada para niños, se atendía a adultos y niños juntos, lo cual complicaba los tratamientos. Cuando llegué, apenas había un microscopio, y era más parecido a una lupa. Ahora se cuenta con varios microscopios de última generación. En cuanto a equipos de imagen, teníamos un escáner Toshiba que tardaba 106 segundos para un solo corte, mientras que los escáneres actuales completan una tomografía de cerebro en cuatro o cinco segundos. Con el tiempo los cambios han sido enormes, desde 1983 hasta hoy, y se ha transformado por completo la Neurocirugía.
Asimismo, en la etapa de gestión actual, con un Director especializado en administración hospitalaria, se ha modernizado la gestión del hospital. Este desarrollo es crucial para presentar un modelo para un nuevo Instituto en los próximos años, considerando que el edificio actual tiene problemas estructurales y de capacidad. La construcción de un nuevo INCA será la solución para las próximas décadas.
“Antes se realizaban cirugías utilizando sierras manuales, como la sierra de Gigli, para abrir el cráneo de los pacientes. Hoy en día, todo se realiza con motores eléctricos”
A su juicio, ¿qué personas han marcado el desarrollo de la institución?
Destaco principalmente en Neurocirugía Pediátrica al Dr. Luciano Basauri y al Dr. Arturo Zuleta, que fueron mis jefes y quienes han sido fundamentales en esta área. En Neurocirugía de Adultos, resaltaría grandes Neurocirujanos como el Dr. Jacinto Cornejo, el Dr. Patricio Loaiza y el Dr. Carlos Martínez, que destacan por su contribución. Finalmente, en la actualidad, el Dr. Freddy Ayach, actual Jefe de Servicio de Neurocirugía Adultos y el Dr. David Rojas, Jefe de Pabellón, son algunos de los referentes más importantes en el campo.
¿Cómo cree que ha cambiado el INCA a lo largo del tiempo? ¿Ha habido transformaciones en su enfoque?
La misión y visión del INCA fueron establecidas por el Dr. Alfonso Asenjo hace casi 80 años, y esa misión sigue siendo la misma: mejorar la calidad de vida de los pacientes con enfermedades neuroquirúrgicas mediante la aplicación de la mejor tecnología disponible, la cual ha ido evolucionando con el tiempo. El Instituto se enfoca exclusivamente en patologías neuroquirúrgicas de alta especialidad, y en los últimos 40 años ha seguido modernizándose para mantener un nivel competitivo a nivel nacional e internacional. A pesar de los cambios, el INCA sigue destacando como uno de los principales centros de Neurocirugía en Latinoamérica.
¿Cómo ha impactado el INCA como centro formador de profesionales?
La asociación con la Universidad de Chile ha sido siempre muy positiva. Todos los años, los neurocirujanos que ingresan para realizar la beca, que ahora tiene una duración de cuatro años, también cuentan con la oportunidad de complementarla con períodos de fellow, de postgrado, para especializarse aún más. En Neurocirugía Pediátrica, por ejemplo, tenemos un programa de fellow de un año de duración. Además, existen otros programas en áreas como Base de Cráneo y Neurocirugía Vascular, que permiten una formación más completa. La Universidad de Chile ha sido el principal apoyo académico en todas las actividades, desde la beca formal hasta los programas de postgrado, biblioteca, publicaciones y la representación internacional del Instituto a nivel académico. Esta colaboración con el hospital es fundamental y ha sido una característica constante a lo largo del tiempo. Además, otras universidades, como la Universidad Católica, la Universidad de Santiago y la Universidad del Valparaíso también han enviado a sus becarios para complementar sus programas de formación en el INCA. Esta integración ha garantizado una actividad académica constante, con reuniones clínicas, revisiones bibliográficas y otras actividades que combinan lo teórico con lo práctico para una formación integral.
El INCA es el principal centro formador de especialistas en Neurocirugía…
Sin lugar a dudas. El principal centro formador en Chile es el INCA, que ofrece programas de formación para neurocirujanos generales, así como para subespecialidades en Pediatría, Vascular, Base de Cráneo y Neurorradiología, entre otras.
En ese sentido, ¿los profesionales formados en el Instituto tienen algún sello distintivo que los diferencia de otros?
Sin duda alguna. La experiencia que se adquiere al realizar una beca en el Instituto es probablemente mucho más profunda que en cualquier otro hospital. Nuestro hospital es un centro de derivación nacional, lo que significa que tratamos una cantidad muy alta de patologías especialmente complejas. Por lo tanto, la experiencia que obtienen los becados durante su residencia en el INCA es, en mi opinión, mucho más enriquecedora que en otros centros, simplemente debido a la cantidad de pacientes que se operan cada año. Actualmente no tengo los números exactos, pero solíamos atender a alrededor de 5 mil pacientes anuales, incluyendo niños, adultos y urgencias.
“La experiencia que obtienen los becados durante su residencia en el INCA es mucho más enriquecedora que en otros centros, simplemente debido a la cantidad de pacientes que se operan cada año”
¿Hay algo más que le gustaría compartir?
La verdad es que podría hablar durante todo el día sobre el Instituto, pero lo que más recuerdo son la cantidad de becados, tanto extranjeros como chilenos, que pasaron por aquí durante los 40 años que estuve. Muchos becados extranjeros se formaron aquí, procedentes de países como Venezuela, Colombia, Perú, Brasil, Argentina e incluso algunos países europeos que nos visitaron.
También recuerdo la cantidad de congresos que pudimos organizar, lo que nos permitió destacar como un centro internacional. Además, la cantidad de trabajos que se han presentado en distintas partes del mundo es notable. Creo que el INCA ha logrado mantener el espíritu y el legado del Dr. Alfonso Asenjo, fundador de la institución, y cumplir con el propósito que tuvo al crearla.